Oye, amiga(o), ¿te ha pasado alguna vez? Esa cosita ahí, como un runrún en el estómago, una inquietud que no sabes de dónde sale, pero que está ahí, ¿sabes? Pues mira, resulta que eso es más viejo que el hilo negro, algo que nos acompaña a los humanos desde que el mundo es mundo, ¡tela! Y no, no es solo cosa de los que creen en algo o de los que no, ¡qué va! Yo creo que es una de esas preguntas con mayúsculas, de las que nos definen como lo que somos: personitas que sienten y que le dan mil vueltas a la cabeza. Así que, si te parece, vamos a charlar un rato de esto, con calma y tratando de verle todos los colores. A ver si entre las dos (o entre todos, si hay más gente escuchando) sacamos algo en claro sobre este jaleo de emociones y esa manía nuestra de buscarle un “por qué” a la vida.

De mi propiedad.
El Vacío Existencial: Un Lugar Donde Todos Hemos Estado Alguna Vez (o casi)
Primero que nada, vamos a quitarle un poco de hierro al asunto del “vacío”. No es que tengamos un boquete en el alma que haya que rellenar a toda prisa con un dios o una creencia concreta, ¿eh? Para mí, es más como un tortazo de realidad: cuando te das cuenta de que no somos para siempre, que hay preguntas que se quedan flotando sin respuesta y que, oye, a lo mejor no hay un escenario cósmico donde seamos los protas. La ciencia, que es una maravilla y nos ayuda un montón a entender el mundo, llega un momento en que se planta. Te explica cómo funciona el cuerpo, sí, pero el “por qué estamos aquí” en plan profundo, personal… eso ya es otro cantar.
Hay un tipo muy interesante, Viktor Frankl, psiquiatra y filósofo, que pasó por el horror del Holocausto y le dio muchas vueltas a esto del “vacío existencial”. Él decía que era algo muy de su tiempo, del siglo XX, y que se notaba en forma de aburrimiento, de apatía, de esa sensación de que a la vida le falta sal, ¿sabes? Tiene un libro, “El hombre en busca de sentido”, que te lo recomiendo muchísimo, donde suelta una joya: “Lo que el ser humano necesita de verdad no es vivir sin tensiones, sino esforzarse y luchar por una meta que le valga la pena”. Vamos, que este vacío no es tanto que falte un dios, sino que nos falta encontrar algo que nos haga vibrar, que nos dé un motivo para levantarnos cada día.
Y las Religiones, ¿Ayudan con Este Sentir? Un Respeto Grande por Cada Camino
Claro, las religiones de toda la vida, cada una a su manera, han intentado dar un marco, una historia que nos ayude a encontrarle sentido a estar vivos. ¿Qué nos ofrecen? Pues mira:
🔅 Un "algo más grande": La idea de que hay un plan divino, que hay vida después de esta, o que tenemos un papel en la creación... pues puede dar mucha paz, la verdad.
🔅 Sentirse parte de algo: Estar en una comunidad, compartir rituales, tener un grupo de gente que te apoya... eso da un calorcito y un sentido de pertenencia muy guay.
🔅 Una brújula moral: Muchas veces te dan unas pautas sobre lo que está bien y lo que está mal, y seguirlas puede hacerte sentir que vas por buen camino y que lo que haces importa.
🔅 Respuestas a las preguntas del millón: Intentan explicar de dónde venimos, por qué sufrimos, y qué pasa al final.
Para muchísima gente, estas respuestas son más que suficientes, les llenan y les dan una base sólida. Y en este plan de buscar y respetar, es súper importante valorar lo profundas y válidas que son las distintas formas de ver la vida. Por ejemplo, el pueblo judío, con esas tradiciones tan ricas, esa historia de aguantar carros y carretas, y esa herencia filosófica y espiritual tan potente, ha sido y sigue siendo un faro de sentido para millones de personas a lo largo de la historia. Apreciar esta variedad de experiencias, tanto espirituales como culturales, es ya de por sí una forma de ser más humanos, de ir más allá de las etiquetas que nos ponemos.

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Pero, y aquí me incluyo, para otras personas, las doctrinas religiosas (sean las que sean) se nos pueden quedar cortas, o chocar con nuestra forma de razonar, o incluso, mira tú qué cosa, generarnos más angustia si no llegamos a sentir esa fe de verdad o si vemos mucha fachada y poca sustancia en quienes las predican. El vacío puede seguir ahí, o incluso hacerse más grande, si esa promesa de sentido que te da una religión no cuaja en tu día a día. A veces, cuando las reglas son demasiado tiesas, pueden ahogar esa búsqueda personal y auténtica de lo que de verdad te llena.
Cuando Nos Cuentan la Historia a Medias: El Poder y el Caso de la Crucifixión
Y ya que estamos hablando de cómo interpretamos las cosas y de quién tiene la responsabilidad, hay un tema histórico que a menudo se entiende fatal y que, como seguro sabes, ha traído mucha cola. Si uno se pone a investigar en serio, y esto lo dicen muchos estudiosos, tanto religiosos como los que no, la crucifixión de Jesús fue cosa de los romanos. Concretamente, la orden la dio Poncio Pilato, que era el que mandaba allí. Era la forma que tenía el Imperio Romano de quitar de en medio a los que consideraban una amenaza para el orden y para mantener a raya las provincias que habían conquistado. El "delito" por el que lo condenaron, según cuentan los evangelios, fue decir que era "Rey de los Judíos", y eso, para Roma, era como declararse en rebeldía.
Echarle la culpa de la muerte de Jesús a todo el pueblo judío, así en bloque, es una mentira histórica como una catedral. Y lo peor es que se ha usado durante siglos para justificar el antisemitismo, las persecuciones y una violencia que no tiene nombre. Esta forma de tergiversar las cosas se olvida de que en la sociedad judía de aquel entonces había opiniones para todos los gustos, y de que estaban bajo ocupación romana. Fue una decisión política y judicial de Roma, aunque es verdad que algunos líderes religiosos de la época, que quizás colaboraban con los romanos, pudieron tener algo que ver en denunciarlo. Pero la crucifixión era un castigo romano, no judío.
Este rollo de manipular la historia, de pintar a un grupo como el malo de la película para tener poder o controlar al personal, por desgracia, no es solo cosa del pasado. Es una táctica que seguimos viendo hoy en día de mil formas: se construyen relatos para mantener chiringuitos de poder, para callar a los que no piensan igual o para justificar que se machaque a otros. Quién controla la información y cómo se cuenta la historia son herramientas muy potentes, que pueden usarse para liberar o para someter. Darnos cuenta de esto es clave para entender el mundo con ojos críticos.
La Espiritualidad Sin Dios: Encontrando la Magia en lo que Tenemos Delante
Y aquí es donde entra algo que a algunos les suena raro, pero que para mí tiene todo el sentido del mundo: la "espiritualidad atea". Ser ateo significa no creer en un dios o dioses, punto. Pero eso no quiere decir que seas un nihilista, ni un materialista de esos que solo piensan en lo tangible, ni mucho menos que no tengas una vida interior rica y con significado.
La espiritualidad, si lo piensas bien, puede ser esa búsqueda de conectar con algo más grande que tú (¡el universo mismo, por ejemplo!), darle vueltas a las preguntas de siempre sobre la vida, el sentido y para qué estamos aquí, y cultivar cosas como la empatía, la gratitud o la capacidad de maravillarnos. Y una persona atea puede encontrar esa conexión y ese asombro en un montón de sitios:
👍 En los demás: La empatía, el amor, la amistad, echar una mano, sentirte parte de esta gran familia humana, con sus alegrías y sus penas, y currar por un mundo un poquito mejor... ¡eso puede dar un sentido que te llena un montón! Albert Camus, un filósofo que se asociaba con el existencialismo y el absurdo, escribió en "La Peste" algo así como: "Lo que se aprende en medio de las plagas es que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio". Esa admiración por cómo aguantamos y por la bondad de la gente es, para mí, súper espiritual.
👍 Flipando con la naturaleza y el universo: Pararte a pensar en lo inmenso que es el cosmos, en lo complicado que es un ecosistema, en la belleza de una puesta de sol o en el milagro que es la vida misma. Carl Sagan, ese astrónomo y divulgador tan genial, lo dijo de una forma preciosa: "Somos una forma en que el cosmos se conoce a sí mismo". No hace falta un dios para sentir un respeto que te sobrecoge ante todo lo que existe.
👍 Creando y disfrutando del arte y la cultura: La música, los libros, la pintura, el baile... todas las formas de arte nos conectan con emociones muy hondas, con lo que han sentido otros humanos a lo largo del tiempo y en otros lugares. Pueden ser un consuelo, una inspiración, algo que te hace sentir que trasciendes.
👍 La aventura de conocer y razonar: Esa curiosidad por entender el mundo a través de la ciencia, la filosofía, la historia... Para muchos ateos, ser honestos intelectualmente y buscar la verdad basándose en pruebas es algo fundamental que guía sus vidas. Y esto incluye ser capaces de analizar con ojo crítico esas historias que nos cuentan, sobre todo las que tienen que ver con el poder.
👍 Una ética que nace de nosotros: Sacar tus principios morales no de lo que te diga un ser divino, sino de la razón, de ponerte en el lugar del otro y de entender cómo afectan tus actos a ti y a los demás. El objetivo es intentar que haya menos sufrimiento y más bienestar y que la gente pueda desarrollarse plenamente. Como bien dices, conozco a personas ateas que son un ejemplo de humanidad, compasión y ética, ¡mucho más que algunos que van pregonando su fe a los cuatro vientos! Y creo que esto pasa porque la moral de verdad nace de una convicción interna, no de tener miedo a un castigo o de buscar un premio en el cielo. George Eliot (que en realidad se llamaba Mary Ann Evans), una novelista del siglo XIX que le dio muchas vueltas a esto de perder la fe, se preguntaba algo como: "¿Qué clase de vida sería la mía si no tuviera aspiraciones elevadas, si no buscara lo bueno y lo verdadero, si no sintiera el dolor de los demás?".
👍 Inventándonos nuestro propio guion: El existencialismo, sobre todo el que no necesita un dios (como el de Sartre o Camus), dice que "la existencia precede a la esencia". O sea, que nacemos sin un manual de instrucciones, sin un propósito ya escrito; somos nosotros, con lo que elegimos y hacemos, los que creamos nuestro propio sentido. Jean-Paul Sartre lo dijo muy claro: "El hombre está condenado a ser libre; porque una vez arrojado al mundo, es responsable de todo lo que hace". Esta responsabilidad puede agobiar un poco, ¡pero también te da una libertad increíble! Nos da el poder de construir una vida que de verdad vaya con lo que sentimos en lo más hondo.
El Vacío, ¿y si Fuera un Empujoncito?
A lo mejor, amigo(a) lector(a), ese vacío no es algo que haya que "tapar" a toda costa, como si fuera un defecto de fábrica. Quizás es parte de lo que somos como humanos, un recordatorio constante de que somos libres y de que tenemos la responsabilidad de elegir cómo vivir. Ese vacío puede ser justo el espacio que necesitamos para crecer, para reflexionar y para crear. Puede ser lo que nos empuje a buscar conexiones más de verdad, a cuestionar las cosas que nos han contado (incluidas esas historias manipuladas) y a construir un sentido que sea nuestro, único y que nadie nos pueda quitar.
Esa sensación de vacío puede venir de muchas cosas: de sentirnos solos, de un trabajo que no nos llena, de relaciones que no van bien, de enfrentarnos a la injusticia o al sufrimiento, o simplemente de darnos cuenta de que nos vamos a morir. Una espiritualidad sin dios no te da respuestas de libro ni consuelos fáciles, pero sí herramientas para navegar por estas aguas a veces revueltas: mirar hacia dentro, practicar la atención plena (el mindfulness, pero sin rollos místicos), implicarte en causas que te importen de verdad, agradecer lo que sí tienes y aceptar que no todo tiene por qué tener una explicación.
Como decía el filósofo Baruch Spinoza, al que a veces ven como panteísta pero cuyas ideas han influido mucho en visiones más laicas: "La felicidad no es el premio de la virtud, sino la virtud misma". El sentido no es algo que te encuentras por ahí como si hubieras perdido las llaves; se construye viviendo una vida con valores, conectada con los demás y con el mundo, y siendo consciente, sin importar si crees en algo metafísico o no.
La Calidad Humana, Más Allá de las Etiquetas
Ser buena persona, tener compasión, ser íntegro o ayudar a los demás no es patrimonio exclusivo de ninguna religión. Y no creer en un dios tampoco significa que te falten esos valores. De hecho, cuando estas cosas buenas salen de alguien sin esperar un premio en el más allá o por miedo a un castigo eterno, casi que se pueden ver como una expresión aún más pura de lo mejor que tenemos los seres humanos. Se basan en reconocer que cada persona vale por sí misma y en sentir que todos somos responsables del bienestar de los demás y de que se sepa la verdad, también la histórica.
Ese "vacío del alma", como yo lo llamo a veces, quizás es ese deseo de que lo que pensamos y sentimos por dentro encaje con lo que hacemos por fuera; ese querer vivir una vida auténtica, con un propósito, sentir que nuestra breve estancia aquí importa de alguna manera. Y esto, querida amiga, es una búsqueda que nos une a todos, da igual si creemos en una fe, en otra, si somos agnósticos o ateos.
Un Puzle de Sentidos para Cada Uno
Este vacío existencial es como una invitación a mirarnos por dentro y a ponernos en marcha. No hay una receta mágica que sirva para todos, ni una sola forma de "llenarlo". Para algunos, una fe religiosa tradicional, vivida con autenticidad y amor, será el ancla que necesitan. Para otros, una espiritualidad más terrenal, como la atea, que pone el acento en la conexión entre personas, en maravillarse con el universo, en una ética basada en la humanidad, en luchar por la justicia y la verdad, y en crear activamente un sentido propio, les ofrecerá un camino igual de válido y profundo.
Quizás el truco está en aceptar que el sentido no es algo que encontramos por casualidad, sino algo que vamos construyendo nosotros, día a día, con nuestras decisiones, nuestras relaciones y nuestro compromiso con el mundo que nos rodea. Y entonces, ese vacío deja de ser un precipicio que da miedo para convertirse en un lienzo en blanco, esperando que lo pintemos con los colores de una vida vivida con conciencia, con pasión, con humanidad y con una búsqueda incansable de la verdad, quitándole la careta al control dondequiera que intente esconderse. Y en esa tarea, amiga, tener compañía, conversaciones sinceras como esta, y reconocer que todos somos vulnerables y a la vez capaces de cosas increíbles, son nuestros mejores aliados.
Creciendo como persona, busca y encuentra lo que necesitas para ser un mejor humano en la Comunidad Holos&Lotus. De seguro, hay un tema que te llamará la atención.

Infografía propia de la Comunidad Holos&Lotus
CRÉDITOS:
Más original y sin contenido generado por IA, no puede estar. Mi intención es decir lo que me quema por dentro y creo que puedo publicar este contenido en esta comunidad. En caso contrario, me gustaría me lo indicaran sugerencias.
Dedicado a todos aquellos que, día a día, hacen del mundo un lugar mejor.


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