Como dijo una vez un gran científico, pese a su soberbia intelectual, el ser humano no llega a utilizar el 10% de sus capacidades mentales. Cuando seamos capaces de superar esa frontera, estaremos en contacto con ese cosmos que aún es un verdadero misterio cuántico.
Sentimos los rayos del sol en un hermoso amanecer, o su calidez con la puesta. La brisa nos acaricia y los pájaros nos cantan; pese a esas señales, son pocos los que buscan esa comunicación, pocos empiezan a despertar y se vuelven contemplativos.
Creo, que somos nosotros, quienes con la edad nos volvemos así, aprendiendo a disfrutar de algo mucho más universal, más cósmico.