🇪🇸|🇬🇧 Recordar lo que ya sabías • Remember what you already knew

in Holos&Lotus3 months ago (edited)

Imagen de mi autoría generada con ChatGPT


Gracias infinitas a @damarysvibra por abrir este espacio tan necesario y por la invitación a reflexionar desde lo profundo sobre este tema tan interesante: Reconectar con los instintos.


Hay momentos en los que uno se siente… raro.

Como si algo dentro no estuviera alineado, como si costara más de lo normal simplemente estar en el día, y no siempre sabemos ponerle nombre, no es tristeza, ni ansiedad, tampoco es cansancio… pero se parece un poco a todo eso.


A veces, lo que nos pasa es que nos hemos desconectados de nuestros instintos.


Y puede sonar raro decirlo, porque crecimos pensando que los instintos eran cosa de animales, que lo civilizado era reprimirlos, dominarlos, esconderlos bajo capas de lógica y comportamiento “adecuado”. Pero… ¿y si no es así?... ¿y si esos impulsos que surgen no son un problema, sino una guía?

Durante miles de años, nuestros instintos fueron los grandes protagonistas de la evolución, nos ayudaron a huir del peligro, a buscar alimento, a protegernos del frío, a formar comunidades, a buscar contacto físico para sobrevivir. Cada reacción instintiva tenía un propósito, no eran casuales, eran sabias.

¿El cuerpo pedía descansar? Es porque necesitaba reponerse.

¿Sentía la urgencia de correr o gritar? Era una forma de librarse del peligro.

¿Le atraía el contacto o la mirada de alguien? Era el instinto de vínculo activándose, recordando que no está hecho para vivir solo.

Eso que llamamos “impulso”, “reacción visceral”, “cosas del cuerpo”, no es un error, es un legado biológico que permitió que la especie humana llegara hasta aquí.

Pero con el tiempo, empezamos a alejarnos de eso, a pensar que sentir mucho era signo de debilidad, que descansar era pereza, que necesitar compañía era dependencia, que expresar lo que uno quiere o no quiere era “ser conflictivo”. Aprendimos a callar las señales del cuerpo, a domesticarlas.

Y ahora, vivimos agotados, ansiosos, tensos, desconectados… preguntándonos por qué no nos sentimos bien si “lo tenemos todo”.

El instinto de intimidad, por ejemplo: esa necesidad de estar con uno mismo, en calma, en silencio, sin estar pendiente del celular o de la agenda. ¿Hace cuánto no lo escuchas?

¿Y el instinto de agresividad bien entendida? No el de dañar, sino el de marcar límites, defender lo propio, decir “hasta aquí llegué yo”. ¿Hace cuánto lo silencias por miedo a incomodar?

¿Y el instinto de seducción, de juego, de mostrarse? ¿Cuánto hace que no te das permiso de sentirte deseada/o?

En nombre del control, muchas veces nos despojamos de lo que nos hacía estar vivos, y ojo, no se trata de volver al ámbito salvaje, se trata de reconciliarnos con eso que ya sabíamos antes de que nos enseñaran a olvidarlo.

Conectar con nuestros instintos no es volverse primitivo, es volver a casa, es mirar adentro y reconocer qué necesito de verdad, no desde la obligación, sino desde la escucha.

¿Estoy comiendo porque tengo hambre o porque estoy ansioso?
¿Estoy evitando hablar con alguien porque quiero paz o porque tengo miedo?
¿Estoy diciendo que sí por deseo o por costumbre?

Hacerse esas preguntas es el primer paso para despertar lo dormido, para recordarnos que no somos solo mente, que también somos cuerpo, emoción, impulso, deseo, y que ahí también hay verdad.


Muchas veces no estamos rotos, simplemente, estamos desconectados.


Y en esa desconexión lo que más se apaga no es la razón… sino la vitalidad, por eso, más que seguir acumulando teorías y hábitos “efectivos”, tal vez hoy nos sirva sentarnos en silencio y preguntarnos…

¿Qué me está pidiendo mi cuerpo que ya no escucho?

Ahí, en esa pausa, en esa honestidad, empezará a aparecer algo parecido a la paz, no la que da las respuestas perfectas, sino la que nace cuando volvemos a habitarnos sin miedo.

Porque a veces, sanar, no es aprender algo nuevo…

Sino recordar lo que siempre supimos.


🇬🇧 English version

Image of my own creation, generated with ChatGPT


Infinite thanks to @damarysvibra for opening this much-needed space and for the invitation to reflect deeply on this interesting topic: Reconnecting with your instincts.


There are times when you feel... weird.

As if something inside weren't aligned, as if it were harder than usual to simply be in the moment, and we don't always know how to put a name to it. It's not sadness, nor anxiety, nor tiredness... but it's a bit like all of those things.


Sometimes, what happens to us is that we've disconnected from our instincts.


And it may sound strange to say this, because we grew up thinking that instincts were just for animals, that the civilized thing to do was to repress them, master them, hide them under layers of logic and "appropriate" behavior. But... what if that's not the case? What if those impulses that emerge aren't a problem, but a guide?

For thousands of years, our instincts were the main protagonists of evolution. They helped us flee from danger, search for food, protect ourselves from the cold, form communities, and seek physical contact to survive. Every instinctive reaction had a purpose; they weren't random; they were wise.

Was our body asking for rest? It's because he needed to recover.
Did he feel the urge to run or scream? It was a way to escape danger.
Was he attracted by someone's touch or gaze? It was the bonding instinct kicking in, reminding him that he wasn't made to live alone.

What we call "impulse," "gut reaction," "body issues," isn't a mistake; it's a biological legacy that allowed the human species to get this far.

But over time, we began to distance ourselves from that, to think that feeling too much was a sign of weakness, that resting was laziness, that needing company was dependency, that expressing what we want or don't want was "being conflictive." We learned to silence the body's signals, to domesticate them.

And now, we live exhausted, anxious, tense, disconnected... wondering why we don't feel good if "we have it all."

The instinct for intimacy, for example: that need to be with oneself, in calm, in silence, without worrying about one's cell phone or calendar. How ​​long has it been since you listened to it?

And the instinct for aggression, properly understood? Not the instinct to harm, but the instinct to set limits, to defend one's own, to say "this is as far as I go." How ​​long have you silenced it for fear of disturbing others?

And the instinct for seduction, for play, for showing off? How ​​long has it been since you gave yourself permission to feel desired?

In the name of control, we often shed what made us alive. And mind you, this isn't about returning to the wild, it's about reconciling ourselves with what we already knew before we were taught to forget it.

Connecting with our instincts isn't about becoming primitive; it's about coming home, it's about looking within and recognizing what I truly need, not out of obligation, but through listening.

Am I eating because I'm hungry or because I'm anxious?
Am I avoiding talking to someone because I want peace or because I'm afraid?
Am I saying yes out of desire or out of habit?

Asking ourselves these questions is the first step to awakening what is dormant, to remind ourselves that we are not just mind, that we are also body, emotion, impulse, desire, and that there is truth there too.


Often we are not broken, we are simply disconnected.


And in that disconnection, what is most extinguished is not reason… but vitality. Therefore, rather than continuing to accumulate "effective" theories and habits, perhaps today it would be helpful to sit in silence and ask ourselves…

What is my body asking me that I no longer hear?

There, in that pause, in that honesty, something similar to peace will begin to appear, not the kind that gives perfect answers, but the kind that is born when we return to inhabiting ourselves without fear.

Because sometimes, healing isn't about learning something new...

It's about remembering what we've always known.

Sort:  

Hola, yo creo que los instintos, son procesos que deben ser dominados, ya que el dejarse llevar por los instintos es lo peor que hay por el hecho de que en ocasiones hacen que la gente actúe irracionalmente.
Por eso siempre digo, que los instintos, son partes de los vicios que debemos aprender a someter y dominar.
En lo que sí creo, y a lo que si le hago caso, es a la intuición, que ni es lo mismo, ni se acerca a los instintos.
Y a la intuición sí le hago mucho caso, ya que uno la cultiva y la trabaja a través de la meditación, y es algo que tiene que ver con lo espiritual, que con nuestras raíces animales, que se basan en el instinto, las cuales debes conocidas, domindas y sometidas, para noactuar en automático, ni con irracionalidad.

Feliz tarde.

!WINEX
!HUEO
!ALIVE

Hola bro, entiendo tu perspectiva y, de hecho, comparto la preocupación por actuar en automático y desde la irracionalidad, pero creo que es justo ahí donde se suele malinterpretar el rol de los instintos.

Definitivamente no se trata de dejarnos arrastrar por ellos sin filtro, sino de reconocerlos como parte fundamental de nuestra biología y, más aún, como aliados que nos dan información valiosa sobre lo que necesitamos, sentimos o nos está faltando.

Por otro lado dominar no es lo mismo que reprimir, y muchas veces, en nombre de esa dominación, terminamos desconectándonos de señales vitales del cuerpo y las emociones, por ejemplo, el instinto de protección, de límite, o incluso de intimidad, no todo lo instintivo es irracional o impulsivo, de hecho, hay instintos que nos salvan, que nos regulan, que nos invitan a centrarnos.

Pienso que negar el instinto, someterlo o considerarlo un “vicio” puede, sin querer, llevarnos a vivir en disociación con partes esenciales de lo que somos, considero que el desafío es aprender a escucharlo, integrarlo y canalizarlo de manera consciente, como una brújula que no dirige sola, pero sí orienta.

Gracias por leerme y por aportar a este tema, te dejo un gran abrazo ;)

!WINEX
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Uses: 1/6
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Buenas noches @akrros. En escucharnos, como señalas, puede estar la clave del despertar de los instintos, esa parte tan propia que hemos ido silenciando moldeados por la sociedad y no es que esté bien ni mal, sencillamente, que los desplazamos, cediendo el lugar a la respuesta aprendida, conveniente, socialmente aceptada y qué difícil es tratar de hablar por la línea del medio, esa que nos lleva al equilibrio y a comprender que ningún extremo es bueno y este creo que es el gran reto como civilización.

Saludos, me encantó tu post por su claridad y ejemplos contextualizados. Gracias por unirte a la iniciativa y aportar al tema.

Hola @damarysvibra, gracias por tomarte el tiempo de pasar a leer y compartir una reflexión tan rica.

Coincido completamente contigo, el desafío es justamente ese, encontrar el punto medio, ese lugar de equilibrio entre lo instintivo y lo aprendido, entre lo que somos en esencia y lo que el contexto nos ha ido moldeando.

Y es muy cierto lo que comentas, justamente la clave puede ser esa, escucharnos con honestidad y permitirnos elegir conscientemente desde ahí, sin negar nada de lo que somos.

Te dejo un gran abrazo ;)

!IDD
!HUG

Qué buen post, @akrros
Escucharnos, tratarnos bien, evaluarnos, medir nuestros progresos, asumir los retos, descansar, ir al ritmo propio, no el de otros...
Hay tantas situaciones pendientes por el ritmo moderno y su tecnología; pero debemos escuchar.
Gracias por este post, es un buen llamado.
Bendiciones.

Hola @emilirios, que honor que pasaras a leerme y a dejar tus palabra que suman a esta reflexión.

Tal cual lo dices, en medio del ritmo de lo moderno, del ruido externo y de las exigencias autoimpuestas escucharnos debería ser un acto de resistencia… y de amor propio. Definitivamente es fácil, pero sí vital.

Te dejo un fuerte abrazo, y siempre serás bienvenido por aquí ;)

!IDD
!HUG

Muchísmas gracias, @akrros y ha sido un gusto leerte.

Los instintos son un arma de doble filo, hay que saber escucharlos pero no hay que sejarse llevar por ellos por completo. De vez en cuando hay que dominarlos, como todo en exceso, no ws bueno. Saludos

Coincido en que los instintos no deben guiarnos de forma ciega, como tampoco deberíamos negarlos por completo.

Y justamente ahí es donde está el desafío, en reconocerlos, entender qué nos están mostrando, y desde ese lugar poder elegir cómo actuar.

No se trata de reprimirlos, sino de integrarlos conscientemente.

Un fuerte abrazo y siempre serás bienvenida ;)

!IDD
!HUG

Saludos amigo Eso es muy cierto desde tiempos remotos solemos asociar a los instintos con la especie animal cuando en realidad la humanidad es más instintiva que cualquier otra cosa Me encantó tu publicación muy certera y de significativo contenido , éxitos.