Ahora bien, siempre había admirado a los surfistas que desafiaban las olas con tanta gracia y habilidad, y pensé que no podía ser tan difícil pero si que es lo es, es una técnica que no cualquiera controla y mas si jamas lo habia hecho y bueno esta demas decir que trague el agua que da tristeza, pero sin embargo con mucha emoción, con una tabla de esas de niño me dirigí al agua, listo para conquistar las olas y convertirme en una maestra del surf pero ya va a quien le queremos mentir sera convertirme en la payasa de mis amigos.
Al principio, todo parecía ir bien. Me subí a la tabla y remé hacia el mar, sintiendo la brisa salada en mi rostro y el sol calentando mi piel. Sin embargo, pronto me di cuenta de que surfear no era tan fácil como parecía. Cada vez que intentaba ponerme de pie, perdía el equilibrio y caía al agua de manera estrepitosa. Pero no me rendí. Después de varios intentos fallidos y tragos de agua salada, finalmente logré mantener el equilibrio y mantenerme de pie en una pequeña ola. La sensación de logro era increíble, y por un momento, me sentí como un verdadero profesional del surf pero como les comentaba antes no tarde mucho en volver a caer y desenfrenar un sin fin de risas.
Esta demas decir que justo cuando empezaba a disfrutar de mi éxito y a sentirme más seguro en la tabla, ocurrió algo inesperado. Una gaviota, o un pelicano no se exactamente que animal es solo se que es un ave de esas que encontramos mucho en la orilla de la playa del estado vargas, aparentemente había estado observando mis torpes intentos desde la orilla, decidió que mi cabeza era el lugar perfecto para aterrizar. La sorpresa y el peso del ave me hicieron perder el equilibrio y caer al agua de manera estrepitosa. Mientras me recuperaba del chapuzón, vi a la gaviota volar tranquilamente, como si nada hubiera pasado mas risa aun di.
Desde la orilla, mis amigos no pudieron contener la risa. Algunos incluso aplaudieron, disfrutando del espectáculo improvisado. Yo también me uní a las carcajadas, aunque estaba empapada y un poco avergonzada. Fue una experiencia inolvidable y una gran lección de humildad. A veces, la naturaleza tiene una forma divertida de recordarnos que no debemos tomarnos demasiado en serio y solo disfrutar.
Después de ese incidente, decidí tomar un descanso y reflexionar sobre lo ocurrido. Me senté en la orilla, observando las olas y pensando en cómo la vida puede sorprendernos de las maneras más inesperadas. A pesar de la caída y la gaviota, me sentí agradecido por la experiencia. Había aprendido algo nuevo y, lo más importante, había encontrado una razón para reírme de mí misma.
Más tarde, mientras caminaba por la playa, me encontré con otras personas que habían presenciado el incidente. Compartimos risas y anécdotas, y me dieron algunos consejos útiles para mejorar mi técnica. Me di cuenta de que el arte de montar la tabla o surfiar como algunos lo conocen no solo se trata de dominar las olas, sino también de disfrutar del proceso y aprender de cada caída.
Esa noche, mientras cenaba con amigos, todos se reian aun y algunos incluso compartieron sus propias experiencias embarazosas que esta demas decir que me encantaría que se unieran a esta gran plataforma y ser no uno sino mil anedoctas embarazosas en esta gran familia como lo es ladies of hive. y es que estas experiencias
as alla de anedoctas son un recordatorio de que todos tenemos momentos en los que las cosas no salen como planeamos, pero eso no significa que no podamos encontrar alegría y humor en ellos.
En resumen, mi primer intento de ser surfista sin experiencia fue una mezcla de emoción, desafío y una buena dosis de humildad. el pelicano o pajaro ese que decidió aterrizar en mi cabeza me enseñó una valiosa lección: no importa cuán preparado creas estar, siempre habrá factores inesperados que pueden cambiar el curso de tus planes. Lo importante es cómo reaccionas ante esos momentos y qué aprendes de ellos.
Así que, si alguna vez te encuentras en una situación similar, recuerda reírte, aprender y seguir adelante. La vida está llena de sorpresas, y a veces, las mejores historias son las que no planeamos. Y quién sabe, tal vez la próxima vez que intente surfear, lo haga sin la compañía inesperada de una gaviota y con algo mas de actitud.
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