No me atrevo a hacer comparaciones, pero con 10 u 11 años recibí un bofetón que me sentó de culo en el suelo y cuando llegue a casa llevaba los dedos marcados en la cara.
Fue una sola vez y creo que la última en que me tocaron en el colegio.
Lo curioso fue enterarme de que mi padre fue al colegio a reclamar y hasta amenazo al director. Pero solo me enteré cuando ya era padre y como con 40 años.
Jamás en casa cuestionaron la autoridad del maestro, incluso la de cualquier vecino.
Vaya un cálido abrazo en este invierno récord.