Hola, pequeñas personitas. Hoy les comparto un poco sobre toda la evolución de mi cabello. Porque este ha pasado por muchos más cambios que yo misma.
Creo que si mi cabello pudiera hablar, tendría muchísimas más historias que las que yo tengo para contarles y más traumas que un personaje de telenovela o yo después de resolver ejercicios de matemáticas. Desde los doce hasta mis veinte años, ha sido una víctima inocente de mis impulsos. Dejarme sola con mis pensamientos solo hará que mi cabello en tan solo una semana tenga una nueva apariencia.
Estando más pequeña no podía aceptar que mi cabello no es una melena completamente lisa, pues era toda una tristeza para mí saber que cada mañana iba a tener todo un desorden en mi cabeza. Cuando decidí comenzar a usar y cuidar mis rizos. Aun no terminaba de aceptar mi cabello, así que, llevarlo de esa manera aun me daba algo de vergüenza, porque al final, solo iba a ser alguien con un cabello desordenado.
Sin embargo, fui comprendido mejor el trabajo que conlleva tener una melena con tantas texturas diferentes, que también necesitan un cuidado y trato totalmente distintos. Pero también descubrí los tintes, quienes se volvieron mis mejores y peores amigos.
Todo lo hice en casa, aprendiendo el cómo se aplica un decolorante y haciendo combinaciones de colores, caoba con rubio ceniza y cobrizo, lo cual, pudo ser esta la peor idea que se me cruzó a la cabeza. Mi cabello tuvo tantos, pero, tantos colores. Rojo, vinotinto, naranja y marrón. Ninguno de ellos me disgusto, realmente me gustaba llevar el cabello así, aunque no se viera tan bien. Inclusive este adoptó nuevas formas. Es posiblemente el desastre que más me gustó hacer.
Hasta que decidí darle un descanso y cortar todo ese cabello decolorado y pintado. Para llevarlo con su color natural, pero corto y desordenado. Porque el desorden es parte de la personalidad de él.
Hello, little people. Today I'm sharing with you a little bit about the evolution of my hair. Because it has gone through many more changes than I have gone through myself.
I think, if my hair could talk, it would have many more stories than I have to tell you and more traumas than a soap opera character or me after solving math exercises. From the age of twelve until my twenties, she has been an innocent victim of my impulses. Leaving me alone with my thoughts will only make my hair in as little as a week have a new look.
When I was younger, I couldn't accept that my hair is not a completely straight mane, as it was such a sadness for me to know that every morning I would have a mess on my head. When I decided to start using and taking care of my curls. I still didn't quite accept my hair, so, wearing it that way still made me a little embarrassed, because in the end, I was just going to be someone with messy hair.
However, I came to better understand the work involved in having a mane with so many different textures, which also need totally different care and treatment. But I also discovered hair dyes, which became my best and worst friends.
I did it all at home, learning how to apply a bleach and doing color combinations, auburn with ash blonde and copper, which may have been the worst idea that crossed my mind. My hair had so, so many, so many colors. Red, vinotint, orange and brown. None of them I disliked, I really liked wearing my hair like that, even if it didn't look that great.
Until I decided to give it a rest and cut off all that bleached and painted hair. To wear it with its natural color, but short and messy. Because messy is part of his personality.
