Últimamente siento que la maternidad es algo que me mantiene abrumada. Un adolescente con la rebeldía activa en cada una de sus letras, ha generado que la producción de melanina en mi cuerpo se agarre más días libres de lo usual, y las canas empiecen a salir fuera de control.
Así que, además de los paseos domingueros con mi hijo pequeño, estoy aprovechando de salir sola durante la semana, por lo menos por un par de horas, antes de que deba ir a buscarlo en la escuela, y disfrutar de ese tiempo fuera.
Pudiera hacerlo en casa, si, pero es que apenas llego a mi hogar el sueño me invade, o la necesidad de poner todo en orden y al día, y a fin de cuentas, eso no se disfruta, porque viene cargado con la responsabilidad, o si se trata de sueño, con querer una larga siesta que dure por lo menos 3 días seguidos.
Y esto no significa que deba hacer un gran gasto, pues en muchos lugares ofrecen combos de café que si sabemos buscar, podemos sorprendernos con una merienda a un costo muy bajo y con una ganancia emocional altísima.
Fue así como me di de premio una meriendita sencilla, pero con todos los ingredientes para bajarle a la ansiedad antes de volver a la realidad. Un combo de tostadas de pan, acompañado por varias opciones de rellenos untables entre dulces y salados, un café con leche y un exprimido de naranja natural.
En otras condiciones, todo esto alcanza para compartir con mi hijo, pero hoy era solo para mi, y aunque al principio parecía mucho, terminó siendo de la medida de mis necesidades tanto físicas como emocionales.
Al momento de decidir cuál mermelada abrir, escogí la de durazno, que luego mezclé con queso crema, y me llevó a los desayunos con Mrs Rita Growie en mi estadía en Trinidad, la tostada con mermelada de frutilla, fue un viaje corto a la Colonia Tovar en mi Venezuela natal, y la última con un poco de mantequilla, me devolvió a los días que viví en Río de Janeiro, cuando bajaba en las mañanas a desayunar tostadas con mantequilla y huevos revueltos.
Fue un viaje sin boletos a muchos recuerdos bonitos, aderezados con emociones olvidadas y acompañados de un café tricolor que por ratos era dulce y en otros, algo amargo, así tal cual es la vida.
Durante esa hora no pensé en nada, las deudas y preocupaciones se engavetaron por ese tiempo, y el peso en mi espalda se desvaneció. Ya con el exprimido de naranja, era como ir volviendo poco a poco del efecto hipnótico, pero con la diferencia que ya no me sentía abrumada, solo consciente de las responsabilidades pendientes.
Fue una tarde que me devolvió unos cuantos años, así que espero poder hacerlo más a menudo, por lo que el costo de este combo fantástico es algo que debe estar como gasto fijo en mi presupuesto mensual.
Lately I feel that motherhood is something that keeps me overwhelmed. A teenager with active rebellion in every letter has caused my body's melanin production to take more days off than usual, and the gray hairs are starting to get out of control.
So, in addition to Sunday walks with my young son, I'm taking advantage of going out alone during the week, at least for a couple of hours before I have to pick him up from school, and enjoying that time away.
I could do it at home, yes, but as soon as I get home, sleep comes over me, or the need to get everything in order and up to date, and at the end of the day, that is not enjoyable, because it comes loaded with responsibility, or if it is sleep, with wanting a long nap that lasts at least 3 days in a row.
And this does not mean that I have to spend a lot of money, because in many places they offer coffee combos that if we know how to look for, we can surprise ourselves with a snack at a very low cost and with a very high emotional gain.
That is how I gave myself a simple snack as a prize, but with all the ingredients to reduce anxiety before returning to reality. A combo of toasted bread, accompanied by several options of spreadable fillings between sweet and salty, a coffee with milk and a fresh squeezed orange.
In other conditions, all this is enough to share with my son, but today it was just for me, and although at first it seemed like a lot, it ended up being just the right size for my physical and emotional needs.
When deciding which jam to open, I chose the peach jam, which I then mixed with cream cheese, and it took me back to the breakfasts with Mrs Rita Growie during my stay in Trinidad, the toast with strawberry jam, was a short trip to Colonia Tovar in my native Venezuela, and the last one with a little butter, took me back to the days I lived in Rio de Janeiro, when I went down in the mornings to have breakfast toast with butter and scrambled eggs.
It was a ticketless trip to many beautiful memories, seasoned with forgotten emotions and accompanied by a tricolor coffee that at times was sweet and at others, somewhat bitter, just as life is.
During that hour I did not think about anything, debts and worries were put away for that time, and the weight on my back vanished. Already with the orange juice, it was like coming back little by little from the hypnotic effect, but with the difference that I no longer felt overwhelmed, only aware of the pending responsibilities.
It was an afternoon that brought me back a few years, so I hope to be able to do it more often, so the cost of this fantastic combo is something that should be a fixed expense in my monthly budget.
Foto/Photo by: @mamaemigrante
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
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