Un saludo amigos de @holos-lotus. @emiliorios me seduce esta vez y me acerco a ustedes desde la iniciativa # 20 de su columna Reflexiones del 7mo día.
La revolución de la longevidad es un tema hermoso y necesario.
Nuestros abuelos siempre tienen grandes lecciones para darnos.
Escucharlos, tenerles en cuenta, hacerles sentir importantes en nuestras vidas es un tesoro invaluable para ellos y para nosotros.
He tenido la dicha de convivir con mis abuelos maternos.
Mi abuela ya no está en este plano, pero su recuerdo y sus enseñanzas no me abandonan. Ella se levantaba de la cama al empezar el día, poco antes que mi abuelo, panadero de profesión llegara a la casa dispuesto a ocupar el sitio que ella acababa de dejar vacío. No era necesario el despertador, ella se levantaba con tiempo suficiente para estirar las sábanas y ventilar el cuarto.
Un poco para descargar a mi madre de sus obligaciones y también por hacerles compañía pasaba yo largo tiempo en casa de mis abuelos.
Abuelo en su tiempo libre jugaba dominó con sus amigos de la guerra, que gustaban mezclar el café con el aguardiente y los recuerdos.
Cuando abuela y yo nos quedábamos solas, ella me hacía que la siguiera de un lado a otro de la casa y mientras limpiaba yo le iba leyendo con más o menos soltura los cuentos que tenía guardados en el cajón de la cómoda de cuando mis tías eran pequeñas.
Al principio como yo aún no sabía leer, se contentaba con que le describiera los dibujos que aparecían en algunas páginas. Ella siempre se conformó con poco, pero el primer día que leí unas cuantas palabras me abrazó tan feliz que desde entonces me sentí obligada a complacerla.
Cuando cada una ocupada en su tarea llegábamos al cuarto donde dormía mi abuelo, hacíamos un alto para no molestarlo y nos íbamos a la cocina. Allí me preparaba un vaso de café con leche. Bébelo despacio -me decía- que a tu edad hay que tomar mucha leche para los huesos. Ordenaba el resto de la casa, se sentaba frente a la máquina de coser y yo hacía trazos en los periódicos que abuelo ya no leía. Cuando me aburría me paraba delante de ella y enseguida me daba explicaciones sobre lo importante de saber coser, poner un botón, aprovechar las telas. Una buena costurera, decía, es siempre una buena administradora. Así se nos iban las mañanas. Abuelo se levantaba sin que nadie lo oyera, se acercaba a la máquina para decirle siempre lo mismo, que descansara, que no cosiera tanto y ella levantaba la mirada para recordarle una vez más que solo de pan no se vivía.
Abuelo volvía despacio hasta el cuarto y se ponía a escuchar las novelas de la radio. No he conocido a nadie que supiera de memoria tantas locuciones.
Los años han pasado con la novedad de que mis tías se casaron, se fueron a vivir con sus esposos y yo me instalé definitivamente en la casa de mis abuelos.
Los amigos de abuelo no volvieron a visitarlo después que mis primos abandonaron el país. Aun así vivimos una etapa muy feliz. Abuela seguía con sus ocupaciones habituales y aunque hacía tiempo yo había superado la fase del desarrollo, el café con leche de la mañana siguió siendo una excusa para hablar de nuestras cosas. Hasta que se fue a ver como es él después.
Abuelo dejó de escuchar sus novelas para leer las revistas donde se publican mis cuentos o más bien sus cuentos. Muchas de mis historias son las suyas. Quizás por eso le interesan tanto aquellas en las que narro sus combates en la Sierra y las veces en las que ayudó y salvó la vida de los que con el paso de los años se han convertido en sus enemigos y le han cortado hasta la respiración, reduciéndolo a una mísera pensión de panadero. A veces lo veo detenerse como si le faltara algo por descubrir; me mira y mira a mis hijos sin decir palabra y sus ojos se notan un poco tristes y húmedos.
Mis abuelos me han dejado grandes lecciones, abuelo sigo aún con nosotros, es una riqueza tenerle y atesorar sus consejo y su vida.
Este post es contenido original creado y documentado por mi
Todas las fotos utilizadas son de mi propiedad.
English
Greetings friends of @Holos-Lotus.@emiliorios seduces me this time and I approach you from the # 20 initiative of your 7th day Teflections column.
The longevity revolution is a beautiful and necessary theme.
Our grandparents always have great lessons to give us.
Listening to them, taking them into account, making them feel important in our lives is an invaluable treasure for them and for us.
I have had the joy of living with my maternal grandparents.
My grandmother is no longer on this plane, but her memory and her teachings do not abandon me.She got out of bed at the beginning of the day, shortly before my grandfather, baker's baker arrived at the house willing to occupy the place she had just left empty.The alarm was not necessary, she got up with enough time to stretch the sheets and ventilate the room.
A little to download my mother from her obligations and also for doing a company I spent a long time at my grandparents' house.
Grandfather in his free time played dominated with his war friends, who liked to mix the coffee with the brandy and memories.
When grandmother and I fell alone, she made me follow her from one place to another of the house and while I cleaned I was reading with more or less ease the stories she had stored in the drawer of the comfortable when my aunts were small.
At first as I still did not know how to read, he was content to describe the drawings that appeared in some pages.She always settle for little, but the first day I read a few words hugged me so happy that since then I felt forced to please her.
When each busy in his homework we arrived in the room where my grandfather slept, we stopped not to bother him and we went to the kitchen.There I prepared a glass of coffee with milk.Bébel slowly - I told me - that at your age you have to drink a lot of milk for the bones.He ordered the rest of the house, sat in front of the sewing machine and I made strokes in the newspapers that Grandfather no longer read.When I got bored I stopped in front of her and immediately gave me explanations about the important thing to know, put a button, take advantage of the fabrics.A good seamstress, he said, is always a good administrator.This way we were going the mornings.Grandfather got up without anyone hearing him, approaching the machine to always say the same thing, to rest, that he did not sew so much and she looked up to remind her once again only of bread did not live.
Grandfather turned slowly to the room and started listening to the radio novels.I have not met anyone who knew so many locutions.
The years have passed with the novelty that my aunts married, they went to live with their husbands and I definitely settled in my grandparents' house.
Grandfather's friends did not visit him again after my cousins left the country.Still we live a very happy stage.Grandma continued with her usual occupations and although I had overcome the development phase, morning milk coffee remained an excuse to talk about our things.Until he went to see how he is later.
Grandfather stopped listening to his novels to read the magazines where my stories are published or rather their stories.Many of my stories are yours.Perhaps that is why he is so interested in those in which he narrated his fighting in the mountains and the times in which he helped and saved the lives of those who over the years have become his enemies and have cut him to his breath, reducing him to a miserable baker's pension.Sometimes I see him stop as if he missed something to discover;He looks at me and looks at my children without saying a word and his eyes notice a little sad and humid.
My grandparents have left me great lessons, grandfather still with us, it is a wealth to have him and treasure his advice and his life.
This post is original content are of my authorship.
The images are mine.
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