En mi pueblo, Cumanayagua, los ladrillos son cosa del pasado, algo anticuado que hasta no hace mucho era objeto de sustitución activa. Sin embargo regresan poco a poco, como en esta casa en construcción que sustituye a otra, hecha también de ladrillos, que colapsó hace varios años.
Decía mi abuela que "el vago trabaja doble", un refrán que en este caso me hace reflexionar en cómo lo que por desidia se dejó perder, con trabajo hay que recuperarlo. Una interesante parábola de los tiempos que vivimos.
Ladrillos sustituyendo ladrillos, cosas del tiempo en círculos.
Las paredes de la casa original, que todavia pueden verse en la imagen con todo y sus ventanas de madera, ven como la nueva casa va tomando forma. Ladrillos nuevos van desplazando a los ladrillos viejos, bajo la mirada atenta de las paredes antiguas, que habrá que derribar en algún momento.
O quizás no haya que derribarlas, quizás también terminen por desplomarse como se desplomó un día el techo que hacía una casa de esas paredes. O tal vez sea esta una construcción ilegal y conservar las paredes viejas sea necesario por el momento. No me sorprendería ninguna de las dos alternativas.
Ladrillo nuevo contra ladrillo viejo, ladrillo nuevo sobre ladrillo viejo. Lo que perdimos por inacción lo rehacemos con esfuerzo. Lo que se tachó de anticuado regresa como novedad. Cualquier parecido con la vida real es solo una coincidencia.
In my town, Cumanayagua, bricks are a thing of the past, an outdated relic that, until recently, was actively being replaced. Yet now, they’re slowly making a comeback, like in this house under construction, rising where another brick home collapsed years ago.
My grandmother used to say "the lazy one works twice", a proverb that makes me ponder how what was lost through neglect must now be reclaimed through labor. A fitting parable for the times we live in.
Bricks replacing bricks: time turning in circles.
The original walls, still standing in the photo with their wooden windows intact, watch as the new house takes shape. Fresh bricks inch forward, displacing the old under the gaze of those weathered walls that will, someday, have to be torn down.
Or maybe they won’t. Maybe they’ll crumble on their own, just as the roof that once made them a home collapsed long ago. Or perhaps this is an illegal build, and the old walls must stay for now. Neither scenario would surprise me.
New brick against old brick. New brick atop old brick. What we lost to inertia, we rebuild through grit. What was dismissed as antiquated returns as novelty. Any resemblance to real life is purely coincidental.
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