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Con sabor a café
El vapor del café se mezclaba con la tensión que empezaba a flotar entre María y Clara. Llevaban siendo amigas desde la secundaria, un lazo forjado a base de secretos, risas y una honestidad, a veces brutal; y por supuesto, chismorreos.
—No es por ser chismosa, María, pero…, ¿viste lo de Marcos? —preguntó Clara, removiendo su azúcar con una parsimonia que delataba sus verdaderas intenciones.
Studio IA
María dejó su taza sobre el plato con más fuerza de la necesaria. —¿Qué de Marcos? Si te refieres a su nueva foto de perfil con… ella, sí, la vi. Me alegro mucho por él. Le deseo lo mejor —dijo con una sonrisa tan tensa que parecía a punto de romperse.
Clara levantó una ceja. —Ah. Se ve… simpática.
—¿Simpática? —repitió María—. Es la palabra que usas cuando no quieres decir que alguien tiene el carisma de una pared sin pintar.
—¡No seas así! A mí me pareció que tiene una sonrisa bonita. Y se nota que va mucho al gimnasio. Se le ve en los brazos —añadió Clara, echando más leña al fuego sin darse cuenta.
—¿Los brazos? ¡Por favor, Clara! Parece que carga sacos de cemento por diversión. Y ese estilo de ropa, como tratando de ser bohemia y ejecutiva al mismo tiempo. ¡Decídete, mujer! ¿Vas a una junta directiva o a vender pulseras en la playa?
Clara soltó una carcajada, lo que enfureció aún más a María.
—¡No te rías! ¡Parece que ahora eres su fan número uno! ¿Qué sigue? ¿La vas a invitar a nuestro próximo viaje?
—¡Claro que no! Solo digo lo que vi. Eres tú la que está analizando cada píxel de la foto. Relájate, María. Ya no es tu problema. Tú misma dijiste que le deseabas lo mejor.
María suspiró, desinflando toda la rabia acumulada. Miró su café ya frío y luego a su amiga, que la observaba con una mezcla de diversión y genuina preocupación. Se pasó una mano por el cabello, reacomodándose no solo el peinado, sino también el orgullo.
—Tienes razón… tienes toda la razón. Es absurdo. Da igual su ropa, sus brazos o su sonrisa.
Hizo una pausa, tomó un sorbo de café y, con la serenidad más absoluta, concluyó:
—Al final del día, ella ¡no es tan linda como yo!
El vapor del café se mezclaba con la tensión que empezaba a flotar entre María y Clara. Llevaban siendo amigas desde la secundaria, un lazo forjado a base de secretos, risas y una honestidad, a veces brutal; y por supuesto, chismorreos.
—No es por ser chismosa, María, pero…, ¿viste lo de Marcos? —preguntó Clara, removiendo su azúcar con una parsimonia que delataba sus verdaderas intenciones.
Studio IA
María dejó su taza sobre el plato con más fuerza de la necesaria. —¿Qué de Marcos? Si te refieres a su nueva foto de perfil con… ella, sí, la vi. Me alegro mucho por él. Le deseo lo mejor —dijo con una sonrisa tan tensa que parecía a punto de romperse.
Clara levantó una ceja. —Ah. Se ve… simpática.
—¿Simpática? —repitió María—. Es la palabra que usas cuando no quieres decir que alguien tiene el carisma de una pared sin pintar.
—¡No seas así! A mí me pareció que tiene una sonrisa bonita. Y se nota que va mucho al gimnasio. Se le ve en los brazos —añadió Clara, echando más leña al fuego sin darse cuenta.
—¿Los brazos? ¡Por favor, Clara! Parece que carga sacos de cemento por diversión. Y ese estilo de ropa, como tratando de ser bohemia y ejecutiva al mismo tiempo. ¡Decídete, mujer! ¿Vas a una junta directiva o a vender pulseras en la playa?
Clara soltó una carcajada, lo que enfureció aún más a María.
—¡No te rías! ¡Parece que ahora eres su fan número uno! ¿Qué sigue? ¿La vas a invitar a nuestro próximo viaje?
—¡Claro que no! Solo digo lo que vi. Eres tú la que está analizando cada píxel de la foto. Relájate, María. Ya no es tu problema. Tú misma dijiste que le deseabas lo mejor.
María suspiró, desinflando toda la rabia acumulada. Miró su café ya frío y luego a su amiga, que la observaba con una mezcla de diversión y genuina preocupación. Se pasó una mano por el cabello, reacomodándose no solo el peinado, sino también el orgullo.
—Tienes razón… tienes toda la razón. Es absurdo. Da igual su ropa, sus brazos o su sonrisa.
Hizo una pausa, tomó un sorbo de café y, con la serenidad más absoluta, concluyó:
—Al final del día, ella ¡no es tan linda como yo!
Ven y participa, aún estás a tiempo. Toda la información la podrás encontrar cada día en la Comunidad #Freewritehouse. Específicamente, el día de hoy, aquí la publicación del prompt:
«¡no es tan lindo/da como yo!»
Portada de la iniciativa.
Dedicado a todos aquellos que, día a día, con su arte, hacen del mundo un lugar mejor.
With a coffee flavour
The steam from the coffee mingled with the tension that was beginning to float between María and Clara. They had been friends since high school, a bond forged through secrets, laughter, and sometimes brutal honesty; and, of course, gossip.
"Not to be a gossip, María, but... did you see what happened with Marcos?" Clara asked, stirring her sugar with a slowness that betrayed her true intentions.
Bing AI
María placed her cup down on the saucer with more force than necessary. "What about Marcos? If you're referring to his new profile picture with... her, yes, I saw it. I'm so happy for him. I wish him the best," she said with a smile so tight it seemed about to break.
Clara raised an eyebrow. "Oh. She seems... nice."
"Nice?" María repeated. "It's the word you use when you don't want to say someone has the charisma of an unpainted wall."
“Don't be like that! I thought she had a nice smile. And you can tell she goes to the gym a lot. You can see it in her arms,” Clara added, unwittingly adding fuel to the fire.
“Her arms? Please, Clara! She looks like she carries sacks of cement for fun. And that style of clothing, like she's trying to be bohemian and executive at the same time. Make up your mind, woman! Are you going to a board meeting or selling bracelets on the beach?”
Clara burst out laughing, which infuriated Maria even more.
“Don't laugh! It seems you're her number one fan now! What's next? Are you going to invite her on our next trip?”
“Of course not! I'm just saying what I saw. You're the one analyzing every pixel of the photo. Relax, Maria. It's not your problem anymore. You yourself said you wished her the best.”
Maria sighed, deflating all the pent-up anger. She looked at her now-cold coffee and then at her friend, who was watching her with a mixture of amusement and genuine concern. She ran a hand through her hair, adjusting not only her hairstyle, but also her pride.
"You're right... you're absolutely right. It's absurd. It doesn't matter what her clothes are, her arms, or her smile."
She paused, took a sip of coffee, and, with the utmost serenity, concluded:
"At the end of the day, she's not as cute as me!"
The steam from the coffee mingled with the tension that was beginning to float between María and Clara. They had been friends since high school, a bond forged through secrets, laughter, and sometimes brutal honesty; and, of course, gossip.
"Not to be a gossip, María, but... did you see what happened with Marcos?" Clara asked, stirring her sugar with a slowness that betrayed her true intentions.
Bing AI
María placed her cup down on the saucer with more force than necessary. "What about Marcos? If you're referring to his new profile picture with... her, yes, I saw it. I'm so happy for him. I wish him the best," she said with a smile so tight it seemed about to break.
Clara raised an eyebrow. "Oh. She seems... nice."
"Nice?" María repeated. "It's the word you use when you don't want to say someone has the charisma of an unpainted wall."
“Don't be like that! I thought she had a nice smile. And you can tell she goes to the gym a lot. You can see it in her arms,” Clara added, unwittingly adding fuel to the fire.
“Her arms? Please, Clara! She looks like she carries sacks of cement for fun. And that style of clothing, like she's trying to be bohemian and executive at the same time. Make up your mind, woman! Are you going to a board meeting or selling bracelets on the beach?”
Clara burst out laughing, which infuriated Maria even more.
“Don't laugh! It seems you're her number one fan now! What's next? Are you going to invite her on our next trip?”
“Of course not! I'm just saying what I saw. You're the one analyzing every pixel of the photo. Relax, Maria. It's not your problem anymore. You yourself said you wished her the best.”
Maria sighed, deflating all the pent-up anger. She looked at her now-cold coffee and then at her friend, who was watching her with a mixture of amusement and genuine concern. She ran a hand through her hair, adjusting not only her hairstyle, but also her pride.
"You're right... you're absolutely right. It's absurd. It doesn't matter what her clothes are, her arms, or her smile."
She paused, took a sip of coffee, and, with the utmost serenity, concluded:
"At the end of the day, she's not as cute as me!"
Come and participate, there's still time. You can find all the information daily in the #Freewritehouse Community. Specifically, today's prompt post:
«not as cute as me!»
Cover of the initiative.
Dedicated to all those writers who contribute, day by day, to making our planet a better world.
