Hello, friends!
Animals are incredible creatures. I believe that every home should have at least one pet. Pets that, in the end, become our family. This is a truth that comes from my own experience and that I can attest to.
First of all, pets make us more responsible. Having a living being that depends completely on you requires establishing routines for feeding, walks, and veterinary care.
With them, you can't postpone their needs; they force you to think of others before yourself.
Furthermore, pets teach us to love unconditionally. Their affection doesn't depend on your mood, your success, or your physical appearance.
They love you for who you are, without judgment or conditions. This lesson in pure love is hard to find elsewhere.
With them, we always feel loved and accompanied. They can eliminate any feeling of loneliness in an almost tangible way.
Coming home and being greeted with joy, having someone who seeks you out and recognizes you, fills an important emotional void. Their mere presence is a comfort against isolation.
Pets are an endless source of joy. Their antics, their enthusiasm for simple things, and their companionship eliminate or alleviate any depression.
I had never been so entertained by a pet as I was by my two cats when they were kittens.
You can't stay sad for long when a dog fetches you its ball or a cat purrs on your legs or chest.
It's proven that pets reduce stress. Petting them lowers blood pressure and calms anxiety. They are a direct antidote to the tensions of daily life.
As if that weren't enough, pets are ideal for children. With them, in addition to everything mentioned above, children learn to play actively and, most importantly, develop their sense of empathy. They learn to recognize the needs of another being and to respond with care and affection. A house with a pet is a more complete, happier, and more humane home.
Versión en español
Hola, amigas!
Los animales son criaturas increíbles. Soy de la opinión de que en cada casa debemos tener, al menos, una mascota. Mascota que al final, se vuelven nuestra familia. Esta es una verdad que surge de lo que he vivido y de lo que doy fe.
En primer lugar, las mascotas nos hacen ser más responsables. Tener un ser vivo que depende completamente de ti exige establecer rutinas de alimentación, paseos y cuidados veterinarios.
Con ellas no puedes posponer sus necesidades; te obligan a pensar en otro antes que en ti mismo.
Además, las mascotas nos enseñan a amar de forma incondicional. Su afecto no depende de tu estado de ánimo, de tu éxito o de tu aspecto físico.
Ellas te quieren por quien eres, sin juicios ni condiciones. Esta lección de amor puro es difícil de encontrar en otro lugar.
Con ellas siempre nos sentiremos queridos y acompañados. Pueden eliminar cualquier sentimiento de soledad de una manera casi tangible.
Llegar a casa y ser recibido con alegría, tener un ser que te busca y te reconoce, llena un espacio emocional importante. Su simple presencia es un consuelo contra el aislamiento.
Las mascotas son una fuente inagotable de alegría. Sus travesuras, su entusiasmo por cosas simples y su compañía eliminan o alivian cualquier depresión.
Yo nunca me había entretenido tanto con una mascota como con mis dos gatas cuando eran pequeñitas.
Uno no puede estar triste por mucho tiempo cuando un perro te trae su pelota o un gato ronronea sobre tus piernas o pecho.
Está comprobado que las mascotas reducen el estrés. Acariciarlas baja la presión arterial y calma la ansiedad. Son un antídoto directo contra las tensiones del día a día.
Por si fuera poco, las mascotas son ideales para los niños. Con ellos, además de todo lo antes dicho, los niños aprenden a jugar de manera activa y, lo más importante, desarrollan su sentido de empatía.
Aprenden a reconocer las necesidades de otro ser y a responder con cuidado y afecto. Una casa con una mascota es un hogar más completo, más feliz y más humano.
